Solo “sí” es“sí”

Esta ley es conocida como “solo sí es sí” porque pone como punto clave para decidir sobre delitos sexuales el consentimiento, y es por lo tanto una clara respuesta a las movilizaciones feministas contra la violencia sexual, y especialmente las que surgieron por el llamado “caso de la manada”. La ley propondrá que solamente se considere que haya consentimiento cuando éste se dé libremente y refleje claramente la voluntad de la persona. Según representantes del gobierno, cuando se apruebe el silencio o la pasividad no se considerarán consentimiento o como dijo Irene Montero la ley “te libera de tener que demostrar que te has resistido, que hubo violencia o que te sentiste intimidada. Toda relación sexual sin consentimiento es una agresión”. 

En el “caso de la manada”, los culpables solamente fueron condenados en la primera sentencia por abusos sexuales y no por agresión sexual, ya que el tribunal consideró que no hubo una resistencia física de la víctima. Esta primera sentencia fue reflejo no solamente de la injusticia y el peligro que la actual ley representa para las mujeres, sino también del propio carácter patriarcal y misógino del sistema judicial en el estado español. Recordemos que estábamos hablando de una chica de 18 años que fue violada durante los Sanfermines de 2016 por 5 hombres.

Las numerosas manifestaciones en Pamplona y en muchas otras localidades del estado español enviaron un mensaje claro a estos jueces: la chica no habría sufrido golpes u otras agresiones físicas, pero claramente había sido intimidada, y por lo tanto se trataba de una violación. También el movimiento preguntaba a los jueces si las mujeres teníamos que sufrir brutales palizas o la muerte para ser consideradas víctimas de una violación. De ahí eslóganes como “No es abuso, es violación”, “No es no, lo demás es violación” o “Con ropa o sin ropa, mi cuerpo no se toca”. Las chicas más jóvenes eran las más activas en estas manifestaciones, y estaban dejando claro que el consentimiento, o más exactamente el consentimiento activo, tenía que ser la cuestión central no solamente en caso de juicio por agresión sexual, sino en todas sus relaciones, en su uso del espacio público, etc. No iban a seguir consintiendo que se las considerara, aunque solo fuera en parte, que se ponían a ellas mismas en riesgo de sufrir cualquier tipo de violencia sexual por salir de noche, emborracharse, o vestir de una cierta manera. 

Las agresiones a la víctima de la manada continuaron durante el juicio, por ejemplo cuando sus datos personales fueron publicados en foros machistas, con la intención clara de intimidarla y de hacerla blanco de más agresiones machistas. Pero también la víctima tuvo que sufrir de mano del propio tribunal, cuando aceptaron como prueba un informe sobre su vida después de la agresión sexual realizado por un detective privado y encargado por la defensa de los violadores. El mensaje para todas las mujeres estaba claro, no tenemos derecho a intentar rehacer nuestra vida después de sufrir cualquier tipo de violencia machista, incluyendo la violencia sexual. Porque si las rehacemos no seremos víctimas sino que habremos puesto una denuncia falsa. 

Para añadir más leña al fuego, justo después de la primera sentencia y mientras se resolvían los recursos, los ya culpables de abuso sexual fueron puestos en libertad.  Y eso a pesar de que aún tenían pendiente el juicio por el llamado caso de Pozoblanco, por las grabaciones que encontraron en sus teléfonos móviles en el que estaban abusando de una chica inconsciente en el coche de uno de ellos. Esta y otras muchas decisiones ponían a las claras que los derechos de la víctima de violación o la seguridad de las mujeres no eran una prioridad para los jueces. 

Si finalmente fueron condenados por agresión sexual y entraron en la cárcel fue por la presión del movimiento feminista durante todos los momentos claves del jucio. Además, en las protestas de los 25 de noviembre durante este periodo y de las manifestaciones feministas de 2018 y 2019 la lucha contra la violencia sexual y este caso en particular estuvieron muy presentes. Recordemos que durante estas huelgas feministas millones de mujeres y hombres hicieron huelga y se manifestaron contra todo tipo de violencia y discriminación contra las mujeres, y se convirtieron en las mayores movilizaciones feministas en la historia del estado español, y también en el mayor movimiento de la clase trabajadora en los últimos años. 

Victorias del movimiento feminista

Estas enormes movilizaciones han obtenido importantes victorias, como la sentencia por agresión sexual a la manada, y que finalmente los envió a la cárcel. Pero también podrían ser consideradas la victoria de este movimiento los importantes incrementos del salario mínimo del actual gobierno de coalición de PSOE-Unidas Podemos. El movimiento feminista ha tenido un claro carácter de clase por sus métodos y también por sus demandas, y correctamente ha rechazado el intento de las mujeres burguesas y sus representantes de convertirse en el movimiento de “todas las mujeres” o de intentar pasar por feministas cuestiones como la aprobación de los vientres de alquiler, que significaría la explotación brutal de los cuerpos de mujeres trabajadoras y pobres. Por el contrario, el movimiento feminista puso en el centro demandas como el derecho a un trabajo digno, vivienda digna y servicios públicos de calidad para las mujeres trabajadoras e incluyendo a las trabajadoras inmigrantes, y por el final de las condiciones precarias de trabajo que en especial afecta a las mujeres. 

Cuando se apruebe la ley del “solo sí es sí” también significará una importante victoria del movimiento feminista, y no meramente una acción de un gobierno “progresista y feminista” como se autodenomina la coalición de PSOE-Unidas Podemos. Esta ley está llegando con mucho retraso, ya que reflejaría los acuerdos del Convenio de Estambul, aprobado por el Consejo de Europa en 2011 y ratificado por el estado español en 2014. Esto también muestra las verdaderas prioridades de las instituciones que son diferentes de las de la clase trabajadora y las masas populares, a la luz de la prisa con la que se imponen otras normas europeas como los recortes en servicios públicos, derechos laborales o prestaciones.

Como decíamos, la nueva ley hará desaparecer la distinción entre “abuso” y “agresión sexual” y pondrá el consentimiento activo como criterio clave para juzgar los casos de violencia sexual, en lugar de considerar si la víctima puso resistencia. El uso de sustancias que anulan la voluntad de la víctima será una circunstancia agravante, en lugar de facilitar, como ahora, una sentencia más leve ya que la víctima no puede oponer resistencia y por lo tanto no se consideran como agresión sexual. Otros cambios importantes que la ley introduce son que tiene como objetivo educar y concienciar contra la violencia sexual, y crear servicios que acompañen y den apoyo a las mujeres y niños y niñas vícticas de violencia sexual durante todo el proceso. 

Sin embargo, todos estos cambios positivos en la ley no significarán nada si no se implementan en la realidad. Por ejemplo, si no seguimos luchando contra las ideas misóginas aún presentes en la sociedad, y especialmente en los elementos retrógrados y herederos del franquismo en las instituciones – incluyendo en las fuerzas de seguridad y el sistema judicial. Además, medidas similares sobre educación a favor de los derechos de las mujeres o la diversidad sexual son sistemáticamente atacadas por los recortes y la retórica machista y LGTBI-fóbica de la derecha y la extrema derecha. 

Ya hemos visto recientemente como estos elementos retrógrados atacan los derechos de las mujeres ya recogidos en leyes consolidadas como la ley del aborto. Por ejemplo, recientemente los medios de comunicación se han hecho eco de los problemas que tienen muchas mujeres para abortar en hospitales públicos, al declararse todos los ginecólogos de un hospital, e incluso todos los de una comunidad autónoma como objetores de conciencia. 

Todo esto significa que el movimiento no puede detenerse en la lucha institucional o en la aprobación de leyes. La lucha en las calles es más importante que nunca para conseguir cambios reales en la sociedad que respondan a las necesidades de la clase trabajadora y si queremos detener todos los ataques actuales de la extrema derecha a inmigrantes, personas LGTBI y al movimiento feminista y el conjunto del movimiento de la clase trabajadora.

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